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viernes, 18 de diciembre de 2015

FANATICO LITERARIO

Fanático Literario

Es normal que una persona que es apasionada a la lectura busque frecuentemente material que se apegue a los gustos literarios del interesado. O bien participa o busca eventos en donde se hagan presentaciones de libros, sin importar la experiencia o fama del que lo esté presentando. “Siempre se descubren nuevos y buenos valores” decía Daniel, quien se “devoraba” los libros que adquiría. Libros de trescientas páginas en una semana los concluía; no digamos los de menos de cien páginas, a veces no le duraban ni dos noches. 

Lo complicado era que no precisamente tenía la economía perfecta para saciar su sed de lectura. Cada quincena o fin de mes (cuando le pagaban) ahorraba o presupuestaba parte de ese dinero para comprar libros. Los compraba en librerías locales o los buscaba en internet para bajarlos digitales o en el programa de documentos PDF, los que buscaba de gratis o bien conseguía no pagar más de tres dólares. En su mesita de noche guardaba los libros físicos, mientras que los digitales los leía en su computador personal. 

Por medio de las redes sociales contactaba grupos destinados a la lectura, en donde se enteraba de lugares que frecuentaban escritores, o bien grupos dedicados a discutir libros y dar opiniones, así como actividades de presentaciones de libros o ferias de lectura. A cada una de ellas asistía, aprovechaba los eventos, conocía gente, fumaba con los críticos literarios y se embriagaba al lado de los escritores y otros personajes del círculo literario. Un círculo que corresponde a soñadores, idealistas, filósofos, creativos; mentes que arreglan en sus letras, problemas, crisis o penas. O bien, son creadores de ilusión, grandeza, triunfos, glorias, sueños. En fin, a través de lo que escriben provocan que el lector navegue y se rodee de un mundo real e irreal, donde la realidad se compenetra con la fantasía y la fantasía se vuelve real. Un mundo mágico que solamente el amante de la escritura y la la lectura entienden.

Daniel, antes de ver una obra escrita trasladada a la pantalla grande, prefería leer los libros para que su imaginación navegara y se inventara los escenarios que el autor presentaba. No tenía precio el brindarle a la mente esa oportunidad de divagar y crear los personajes, paisajes y ambientes que aparecían en la obra.

Durante los últimos eventos literarios a los que Daniel se presentaba, lograba adquirir los libros en forma no tradicional, se los embolsaba o no los pagaba; no era una ganga para las librerías o antros de escritores recibir a Daniel. Porque aparte de que no pagaba, aprovechaba a comer y a beber como que si se fuera la última comida que existiera en el mundo, su comportamiento luego de meterse unas cuatro copas entre pecho y espalda no era el habitual.

Cada día buscaba  en las redes sociales la oportunidad de eventos literarios para poder asistir, en una de ellas encontró un evento de lanzamiento de poesía, el cual llevaba el título de “POESÍA SOMBRÍA”. Título algo macabro, pero que a Daniel le pareció perfecto. “En esas presentaciones dan vino y buenos quesos” decía. Ese lanzamiento precisamente iba a ser un viernes trece de diciembre, algo bizarro, pero igual había que asistir. Esas oportunidades no se podían desperdiciar; comer, beber y salir con libro gratis.

Misteriosamente, le llegó por mensaje directo a su cuenta personal de la red social la invitación para el evento. Algo raro, ya que luego de su comportamiento durante los eventos, varios escritores y/o seguidores lo habían empezado a bloquear. Pero en esta oportunidad le habían enviado una invitación personalizada y siendo parte de la sección VIP del evento (sección solo para personas importantes). Al principio lo tomó como broma, tomando como referencia que debido a sus actos impropios, alguien le estaba jugando una misteriosa jugada.

El lugar donde sería el lanzamiento, según la invitación; era en un nuevo lugar llamado “La Cueva De Las Letras”, el cual estaba ubicado sobre la avenida de Las Américas, del lado de la zona trece de la ciudad capital.

A Daniel le pareció raro el nombre de un lugar dedicado a lectores; no lo había escuchado antes. Pero igual dijo: “días antes de ese lanzamiento voy a ir a echarme una vueltecita para conocer el lugar y ver cómo me movilizaré ese día para sacarle provecho”.

Así fue, la invitación indicaba que la actividad sería el sábado seis de junio a las seis de la tarde, pero Daniel tomó rumbo hacia la ubicación el día lunes antes del evento. Enfilando ya sobre la avenida Las Américas, pasando el restaurante de comida rápida de especialidad hamburguesa rey, al siguiente cruce a mano derecha luego de pasar un redondel, un gran árbol ocultaba el local, el cual desde la primera vista era discreto y en su interior se escuchaba música instrumental que invitaba a relajarse.

Daniel, al parecer llego temprano, porque las puertas aún no estaban abiertas. Pero como que si alguien le estuviera esperando, le abrieron la puerta y le invitaron a pasar a las instalaciones, un gran parqueo para vehículos (unos 50 carros de capacidad aproximadamente) que de momento estaba vacío, ya que un lunes y a las cinco de la tarde, era raro quien llegara; pero al final era un cliente y lo iban a atender.

El local, ubicado al fondo del terreno, una casa estilo campo, de madera, grandes ventanales y un área al aire libre en donde se podían apreciar las primeras mesas estilo rústico. El interior del local, al estilo “escritor”; pinturas o fotografías de los grandes escritores latinos, Vargas Llosa, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Rubén Darío, Miguel Ángel Asturias, entre otros grandes, o bien se encontraban citas de libros o poemas famosos. Diferentes dormitorios y ambientes, uno era para biblioteca, en otro exhibiciones de libros a la venta, otro salón que era para eventos y lanzamiento de libros. En fin, un lugar justo y adecuado para las personas amantes a la lectura y escritura. Daniel bajo al área del bar y aprovecho a refrescar la garganta con dos cervezas y luego se retiró. “Va a estar bueno el fin de semana con esa presentación a la que me invitaron”, pensó Daniel.

Luego de una ruda semana, llegó el fin de semana y Daniel se aprestó para ir a la presentación. “Vino, quesitos y oportunidad de salir con libros gratis”, iba pensando durante el trayecto. Vestido con un impecable traje azul marino, corbata roja con líneas amarillas sobre una camisa celeste, bien peinado con su pelo corto castaño claro; afeitado total y sus infaltables lentes redondos claros. Dando así una imagen intelectual. 

Llegando ya a “La Cueva De Las Letras”, tuvo la suerte que fue el último vehículo que dejaron ingresar, todo estaba lleno, carros alineados en doble fila, gente por todos lados; la cosa se miraba que iba a estar alegre. Lo que le llamó la atención es que todos los invitados iban de impecables trajes de color negro, corbata y accesorios; como que si fueran a un funeral. 

Daniel no le puso mucha atención a ese detalle, dejó su vehículo en un espacio disponible en el último rincón del terreno adecuado para servir de parqueo. Logró ubicarse, apagó su vehículo. Aún le dio tiempo de echarse un trago de la cerveza que llevaba en la mano y luego se echó un poco de loción, se metió un chicle en la boca para masticar y disimular el aliento a licor, se bajó del carro y se dispuso a caminar hacia el salón del evento.

Al ingresar el salón estaba abarrotado, solo se lograban distinguir risas, murmullos, carcajadas, entre otros temas relacionados a temas literarios. Daniel estaba más preocupado en buscar en donde conseguía su primer bebida y por supuesto buscar un libro “disponible” para que se lo pudiera embolsar.

Pasaba frente a una estantería dedicada a masonería, caballeros templarios y otros similares y le llamó la atención, había una colección completa que le pareció accesible para poder apropiársela. Preparándose para dar la estocada y tomar el primer ejemplar, cuando un bullicio de aplausos, hurras y silbidos hizo brincar del susto a Daniel, quien de la impresión ya no pudo tomar el ejemplar. Regresó al salón y vio que ya el escritor que haría la presentación del libro había llegado y la gente estaba excitada con su presencia.

Daniel se acercó y no pudo ver de cerca al popular escritor, “lo quiero conocer, por qué tanta bulla con este tipo que ni he escuchado” decía Daniel. La curiosidad lo desbordó, mesero que pasaba ofreciéndole bebidas, se las tomaba, andaba frenético. Una sensación indescriptible. Se olvido de querer apropiarse de libros en forma ilícita, y su finalidad era llegar al escritor que le había invitado. Empezó a empujar a las personas que le impedían el paso para llegar al personaje, los afectados reían y lo señalaban “ahí va el bolito ladrón de libros” burlándose de Daniel.

Daniel se sentía incómodo, solo quería llegar con el escritor y entender la invitación; empezaba a sentir miedo, sus piernas las sentía pesadas, pero perseveró hasta llegar a estar a dos metros de la persona, estaba de espaldas, rodeado de personas que lo halagaban y felicitaban por sus obras literarias. Vestía un traje impecable negro brillante, zapatos de charol negros nuevos, pudo apreciar su cabellera larga con cola de un negro azabache, como que si se lo hubiera pintado. 

Daniel al momento de acercarse para hablarle, todo quedó en silencio y la gente le dirigió la mirada como si hubiera cometido una imprudencia. Eso no le importó a Daniel, quien al momento de poner su mano en el hombro del escritor para poderle platicar, la gente al rededor soltó una gran carcajada, el escritor no giró el cuerpo, solo la cabeza para mirar directo a Daniel a los ojos. No podía dar crédito a lo que sus ojos miraban, le temblaron las piernas, quiso salir corriendo pero su cuerpo no seguía instrucciones del cerebro, se orino y cayó hincado al suelo sin poder articular una sola palabra, esto sucedía mientras la cara del escritor sin ojos, solo las cuencas vacías y negras, con dentadura afilada y puntiaguda, piel pálida demacrada y su aliento fétido a muerte. Hizo que Daniel soltara un alarido, esto mientras las personas al rededor se transformaban en sombras negras y de facciones macabras irreconocibles, algunos con caras de ovejas negras de ojos rojos, otros con caras de lemur, ojos rojos y colmillos pronunciados. Seguían las carcajadas, Daniel perdió el conocimiento.

Luego de tres días las noticias reportaban de una persona que había sido encontrada muerta en un terreno baldío en una casa que había sido declarada abandonada desde hacía cincuenta años en el lugar. Lo encontraron tirado a la par de su vehículo con una rosa negra en la mano, cara desencajada como si hubiera sufrido una tortura y los dedos de sus manos tensos, como si antes de morir hubiera querido aferrarse de algo.

Unos dicen que fue una resaca, otros que murió de un infarto, pero solo Daniel podría haber contado la historia de lo que sucedió pero que nunca se sabrá.













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